jueves, 18 de septiembre de 2008

Salvador

LA REVOLUTA – EPISODIO 15

Cuadro claro. El Gordo Saldaña dejó al pueblo sin luz por la huelga. Nadie más pudo con la energía y todos se fueron dejando estar. El valor de la electricidad se fue al olvido, el pueblo se vació y nadie más llegó, excepto la maestrita.

Prasky repasaba el cuento de Lopes con cada paso hacia el hostal de Doña Margarita, apenas interrumpiéndose para quitarse el sudor del rostro y remover la camisa fusionada al torso. La plaza todavía seguía con manchones de agua pero el sol ya había secado el barro de las calles y endurecido la tierra de las veredas. A cambio de ese favor, quemaba la piel y hacía de la humedad un pegote asqueante.

Quien más lo intrigaba era el tipo de la radio, Raimundi. En condiciones normales se hubiera cuestionado cómo teniendo el artefacto y con posibilidad de escuchar noticias, el verdulero no mantenía al pueblo informado. Más aun, siendo el único mediador con la modernidad y el paso del tiempo, era absurdo cuando no inconcebible que no utilizase sus contactos con el mundo para acercar una solución. Pero ese pueblo no vivía en condiciones normales y el verdulero Raimundi no era ajeno a esa extravagancia: sus contactos no eran otra cosa sino personas extraviadas, aficionadas a historias extraterrenas. Perseguidores de ovnis, le había dicho Lopes. Nada salvador podía salir de allí.

Los otros personajes daban aun más pintoresquismo a Estación Alicia. Los empleados del verdulero, el gangoso y el huérfano. Doña Margarita, toda paciencia. El panadero comunista, un sujeto que Lopes le recomendó conocer, revoltoso pero sin muchos seguidores. El bibliotecario tampoco habló mucho de Giusti, el terrateniente que solía visitar el pueblo para atender sus negocios telúricos, y poco más contó del hijo de Saldaña, a la sazón, el gordo que dormitaba sobre el plato en el bar.

Y luego estaba la maestra. Joven y venida de la ciudad, era la única persona con quien él, se dijo Prasky, podría encajar. Eso si a ella no se le habían fulminado también los fusibles.

Qué calor de mierda, la gran puta.

Una frase del bibliotecario sobre la muchacha le quedó girando en la cabeza: Ana no duerme. El periodista habría querido preguntar sobre los motivos de esa afirmación. Le intrigó que anunciara su condición bajo el título exacto de su canción preferida de Luis Spinetta. El viejo no debía saber nada del Flaco y la coincidencia era extraña, pero lo dejó ir. Lopes ya había cambiado de tema y tampoco su urgencia por saber era extrema.

En cualquier caso, se iría del pueblo minutos después de descubrir cómo regresar al Fiat y siempre que tuviera un alma generosa presta a repararlo o llevarlo lejos del caserío. Al final del día, se decía, no volvería a saber de la maestra. Por alguna razón, estaba confiado en que esa misma tarde de sábado dejaría Estación Alicia. No le había creído al gringo del tractor: era imposible que sólo él volviera por Estación Alicia y nada mens que en quince días. No, definitivamente eso no podía ser.

Prasky, por supuesto, estaba equivocado.

Si al menos hubiera un cachito de viento.

Llegó a la vereda del bar con los zapatos grises de barro seco y estaba a punto de limpiarse cuando vio a Doña Margarita haciéndole una seña por la ventana. Que pase, que no se preocupe, que es puro barro, muchacho, que para qué se va a molestar, entre, entre, que siempre se ensucia el piso...

...Dígame, ¿cómo la pasó con el bibliotecario?

Bien, una charla interesante. La verdad que tienen... ¿cómo decirlo?...Una galería de personajes ilustres... Kafkianos, le diría, aunque no quiero entrar en un lugar común.

Ilustres. Kafkianos. Los ojos de la anciana le devolvieron la respuesta: ¿de qué diablos hablaba? ¿Qué había estado pensando? ¿A quién le decía eso, como si alguien además de Lopes supiera lo que eso pudiera significar? Bueno, la maestra, quizá Ana. Claro, cómo no.

Venga, joven, siéntese que le voy a preparar un tecito o unos mates.

Le agradezco, señora, pero preferiría ir al cuarto a revisar mis cosas. Quizá el celular ya se secó y pueda hacer una llamada.

¿Celular? ¿Como el de...?

Sí, celular... —Prasky no dejó terminar a la mujer, que estaba a punto de mencionar a Giusti y su propia línea inalámbrica— ...Bueno, es un teléfono como los que tienen acá...

Aquí hay solo dos. Uno a manija y otro con disco pero ninguno funciona. ¿No le dijo don Lopes? Mire que entre tanto libro anda siempre medio entre las nubes.

Seguro. Bueno, pero no me refería a esos teléfonos... Éste funciona sin cables y sin operadoras. No me explico cómo andará sin luz por aquí, pero... —Prasky miró a la señora otra vez y volvió a descifrar que hablaba para sí mismo— En fin, es difícil de explicar. Aquí llevan mucho tiempo sin noticias.

Noticias hay —retrucó Doña Margarita—. Don Lopes recibe el diario y a veces nos ha contado, pero yo no creo mucho. La verdad, nadie cree mucho, porque cuentan cosas que vaya a saber uno si son verdaderas.

Nunca es bueno creer todo lo que dicen los medios dicen —dijo para salir del paso—. Ahora, si me disculpa, paso al cuarto...

Ay, no —se sobresaltó la mujer—, quédese. Tengo que presentarle a alguien que a lo mejor lo ayuda. Está atrás. Es Don Giusti, que tiene campos por acá. Él vive en la ciudad y cada tanto se da una vueltita a ver la cosecha y hoy se llegó con la F100, la camioneta.

Ah, perfecto. ¿Viene enseguida?

Se fue a recostar un ratito; espérese que se lo llamo.

No, déjelo dormir. Espero, no hay apuro.


Qué curioso: nada más habían transcurrido segundos desde que se dijera que ese pueblo se secaba irremediablemente y sin noticias y a él le tocaba recibir la buena nueva: el tipo de la pick-up podía ser el rescatador de su naufragio.

El salvador”, se dijo, y supo reconocer de inmediato el valor imperativo de la palabra. La había pensado cuando, camino al bar, pensaba en el verdulero Raimundi y el potencial redentor de su radio. Y volvía a ella ahora, con Giusti, diciéndose que, en realidad, si nada salvador tenía el pueblo en su propia gente era porque ya nadie pensaba allí fuera de la jaula mental del naufragio en el mar de soja, una cautividad soldada barrote a barrote, día tras día, por años y décadas. Él, más práctico y con el cerebro sin óxido, no se permitiría eso. Salvador, él sí quería un salvador.

Se relajó y aceptó el té de la mujer.


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20 piquetes:

› Un piquete VIP de Anónimo

Qué decir, se nota que este episodio es una transición en un texto de papel más largo, o sea que no está escrito para golpear al lector de web, al que tenés que atraerlo con cada texto.
Disfrutemos amigos y sigamos haciendo rocanrol.

› Un piquete VIP de Anónimo

Por alguna razón no puedo entrar con mi cuenta de Gmail a los blogs, Diego. ¿Será el mismo problema de la semana pasada con el formulario de comentarios?
De todos modos... Peter Capusotto está aquí!!! No creo que sea "the real" PC pero no importa, ja ja ja
Y estoy de acuerdo con él en que se nota que es un txt de transición. Lo bueno es que es breve así que aprovecharé para darle una leída a otras cosas pendientes del Gemelo.
Bye.

› Un piquete VIP de Anónimo

Me ha ocurrido lo mismo que a Ana Lía, pero mientras se pueda usar la combinación Nombre/URL no tendremos problemas (me niego a usar la opción Anónimo).
Diego, ¿sabes qué ocurre?
Me reitegro tras una larga ausencia laboral así que leeré y luego regresaré.

› Un piquete VIP de Diego Fonseca

Peter: Bienvenido. Ya me di una vuelta por su sitio (si no es el oficial y usted no es quien dice ser, no importa) y está hilarante.

Ana Lía: No sé cuál es el problema, realmente. Le he pedido a amigos diseñadores que revisen los códigos HTML/XML y la operación del sitio y no hallan aquello que pudiera funcionar mal.

› Un piquete VIP de Diego Fonseca

Marion: Bienvenida, nuevamente. Le digo lo mismo que a Ana: ni la más pálida noción. Sí, he visto que la opción Nombre/URL funciona bien, así que si no es inconveniente para ustedes yo no tengo ningún pero.

› Un piquete VIP de Anónimo

¿Cuándo vuelve La Vigilia?
Grande, Peter Capusotto.

› Un piquete VIP de Anónimo

Ah, yo tampoco puedo entrar con el G-mail.

› Un piquete VIP de Unknown

Coincido en que se nota la "transicionalidad" (no sé si existe esa palabra) pero lo importante es si es bueno. Y si se lo lee, como yo y como otros, imprimiéndolo y siguiéndole el hilo, es bueno. Mucha gente dirá que si está en internet es para leerlo en internet pero hacer el esfuerzo de imprimierlo no cuesta nada y si además te gusta leer en papel es mejor.

Lo que no te perdono, Gemelo, es que nos sigas haciendo venir a Piquetero en vez de poner todo el texto en EGM, que sería más práctico. A lo mejor ya lo explicaste, pero ¿para qué abriste el blog para La Revoluta y no dejaste todo en un solo lado?

› Un piquete VIP de Unknown

No hay que preocuparse tanto por la forma sino por el contenido. Y el contenido está bien... aunque un poco transicional, te diría (ja)

› Un piquete VIP de Unknown

Ya se puede entrar con Gmail. Me borro cuando tengo que hacer cambios del tipo de las URL que mencionan.
Diego, de regreso. Lo seguiré leyendo, che.

› Un piquete VIP de Unknown

Shhhh... ¿Y si mejor leen y ya? Discúlpenme, pero no comprendo el trasfondo del debate sobre la transicionalidad o no del episodio.
Solita y Solísima

› Un piquete VIP de Johny B Good

Soledad, estoy contigo.
Saludos, Gemelo.

› Un piquete VIP de Johny B Good

Sólo por especular, me temo que el tal Giusti acabará siendo un bandido. Me da mala espina. Don Diego, no me diga si me equivoco o no pero deme una señal.

› Un piquete VIP de Unknown

Chévere, por fin alguien pasa del asunto de la transición. Estoy contigo también, Solita y Solísima.
También tengo la misma espina que Johhny B Good (jamás pensé que yo podía estar en una misma frase con JBG, he he).

Por fin anda el Gmail!

› Un piquete VIP de Anónimo

Diego, hasta que no he tenido unos minutos tranquila no quería leerte.
Como siempre y sé que me repito, tu expresión es genial.
Lo de personajes kafkianos ya lo había pensado, después de empezar a leer El Castillo (otro de mis libros inacabados).
Lo de no fiarse demasiado de los medios me ha sonado demasiado a Diego Fonseca y a lo mejor me equivoco.
Hoy me despido de mi blog, pero te seguiré leyendo porque no me quiero perder las historias de La revoluta y La vigilia.
Muchos besos

› Un piquete VIP de Diego Fonseca

Fede: La Vigilia vuelva el viernes.

Jamelgo: Lo abrí por dos razones: no quería sobrecargar EGM con textos muy largos y me gustaba el nombre.

Washington: Funny guy, pero gracias.

› Un piquete VIP de Diego Fonseca

Nippur: Bienvenido nuevamente. Creo que está resuelto lo de Gmail.

Soledad y JBG: Gracias, aunque la conversación había comenzado bien.

JBGood: Giusti es como es. Ya verá. No quiero adelantarme.

› Un piquete VIP de Diego Fonseca

Autócrata: No se preocupe por ese debate, de veras. Aunque aprecio la preocupación por leer en silencio, no molesta.

Soboro: Lamento que dejes el blog, pues crecía. Espero que regreses con algo más. Y no dejes de pasar por aquí, que tus palabras son siempre bienvenidas. (Es posible que fuera un poco DF lo de los medios, sí, pero a veces me divierto dejándome mensajes a mí mismo en las paredes.)

› Un piquete VIP de Johan Bush Walls

Siga escribiendo así maestro, para que siempre tengamos que leer.

Salú pue.

› Un piquete VIP de Diego Fonseca

Haré el intento, JB. Saludos.

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